Por: CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ
“Nuestra democracia se autodestruye porque ha abusado del derecho de igualdad y del derecho de libertad, porque ha enseñado a considerar la impertinencia como un derecho, el no respeto a las leyes como libertad, la imprudencia en las palabras como igualdad y la anarquía como felicidad”
Con estas palabras Isócrates advertía a los ciudadanos griegos allá por el siglo IV A.C. los peligros de los vicios y decadencia de la democracia, XXV siglos después, y sus advertencias se hacen cada vez más cercanas y familiares, bajo el populismo y desgobiernos que afronta los Estados latinoamericanos, debilitados por una pandemia global y una recesión económica hacen prever que un fantasma recorre américa, el fantasma del populismo.
Democracia e Isonomía
La teodicea judeocristiana gravita alrededor de la decisión de los primeros padres, Adán y Eva entre la sumisión a la divinidad y hacer su voluntad, y con ello todos los beneficios de un paraíso terrenal y por el contrario, el desobedecerla en ejercicio de su libertad, y con ello, todas las desgracias sobrevenidas, entre ellas el trabajo, la muerte y el pecado, así la patrística del medioevo, llegando a su máximo desarrollo en el cristianismo con San Agustín y Santo Tomás y en el islam con Averroes, nos evidencian esta dicotomía esencial en el espíritu humano entre libertad y sumisión.
Así la historia enseña, que en diversos momentos históricos la esencia del hombre es su libertad, y más aún, se encuentra condenado a ser libre (1), este miedo a la libertad (2), que agobia a toda la civilización posmoderna, la cual se considera infalible y propietaria de toda verdad, suele depositar su libertad en manos de sus gobernantes, para así dejarse guiar, muchas veces, por líderes ciegos, encaminándose directo a los abismos.
Este miedo antropológico del hombre de hacerse cargo de sí mismo, de sus decisiones, y por supuesto, de sus errores, condujo a occidente en general, y Latinoamérica en particular, a delegar y ceder su libertad a favor de otro, quien sería quien lo gobernara, así los padres del liberalismo como Thomas Hobbes en el Leviatham y John Locke en el Segundo Tratado del Gobierno Civil lo evidencian con claridad, este temor y temblor (3) del hombre de hacerse cargo de su destino, lo obliga, quizá sin percatarse, a seguir líderes de fuerzas y espíritus pequeños que suelen prometer lo que saben que no podrán cumplir, o peor aún, eligen líderes que con anterioridad les han robado, humillado y asesinado, todo a cambio de no hacerse cargo de sí mismo.
La democracia tal y como fue concebida busca hacer a los hombres libres, pues eligiendo gobernantes virtuosos, estos guiarían al igual quien regresa a la caverna platónica (4) por el camino del trabajo, el esfuerzo y la sapiensa, pero prefiriendo lo fácil al esfuerzo, y tomando lo malo por bueno, las democracias terminan eligiendo opciones que promueven el error por virtud. Esta necesidad de la sociedad posmoderna de seguir líderes ciegos suele terminar por el camino del populismo, y todos los demonios que ello conlleva, pero tiene un dividendo perverso, el cual radica en que la responsabilidad suele ser echada sobre los gobernantes, jamás, sobre los gobernados, quienes fueron los que los escogieron, así la sociedad en su soberbia nunca se hace responsable de los líderes tomados por gobernantes, cuando en realidad estos jamás hubieran llegado a las riendas del poder, sino fuera por electores, que contrarios a toda elección sustentada en la razón y en la virtud, utilizan el voto como mecanismo de venganza, odio y dolor.
A modo de conclusión
El miedo a la libertad convierte a la democracia en un instrumento suicida, cuando se escogen líderes que pretenden cambiar la realidad sin conocerla primero, tanto así, que el hombre ya no se pregunta que debe hacer para alcanzar la virtud, ya sea entendida como creación heroica del espíritu humano, sino deja guiarse y sin cuestionarse, de tal forma que el Estado culmina determinando que es lo que es bueno y que es lo que es malo, este Estado determina como puedes hacer tu vida, con quien te puedes y no puedes casar, y como debes criar a tus hijos, creando así las leyes civiles, este Estado determina que puedes producir, que puedes vender y que puedes comprar, creando así las leyes comerciales, este Estado termina determinando que la vida de una persona, resulta más valiosa que otra, creando así las leyes penales, en suma, cuando en realidad la única función del Estado debe radicar hacer a los hombres libres e iguales, pues siguiendo a Hegel (5) el Estado se constituiría así en el espíritu absoluto del pueblo, asegurando como dogma que todos los hombres sean iguales ante el Estado, por ello quien dice democracia, dice isonomía, entendida como la igualdad de los ciudadanos ante ley..
La democracia no busca a los hombres hacerlos ricos, la democracia no busca a los hombres hacerlos sabios, ni mucho menos felices, lo que busca la democracia es hacer a los hombres libres, y estos en ejercicio de su libertad, proveerse de cuanta riqueza, sabiduría o felicidad puedan lograr conforme a sus dotes naturales o su voluntad de poder para permitírselo; sin embargo, siendo que en una democracia participativa, las opiniones no se pesan, sino se cuentan, la mayoría abrumadora tiende preferir opciones populistas que prometen subsidios, bonos y distribución de riqueza, sin promover mecanismos para trabajo, ahorro y progreso, lo cual resulta sumamente preocupante, pues ningún gran hombre o nación se ha hecho grande, sin sangre, sudor y lágrimas (6), esta situación evidencian que las propuestas de gobierno responden directamente a las necesidades y sentir popular, y las elecciones presidenciales en muchos países reflejan una notable aprobación a populismos de derecha y de izquierda, que como la Atenas del siglo IV A.C. confunden el insulto con la valentía, la venganza con la justicia y la libertad con la anarquía, de tal forma que el electorado, al igual que Odiseo, se ve condenado a elegir entre Escila y Caribdis, sabiendo que cualquier de ambas opciones, la virtud está condenada.
BIBLIOGRAFÍA
1 – EL MIEDO A LA LIBERTAD. Erich Fromm. Editorial Paidós. Madrid. 2008.
2 – EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO. Jeam Paul Sartre. Fondo de Cultura Económica. México. 1996.
3 – TEMOR Y TEMBLO. Sorem Kierkegaard. Editorial Verbum. Madrid. 2019.
4 – EL CHOQUE DE CIVILIZACIONES Y LA RECONFIGURACIÓN DEL ORDEN MUNDIAL. Huntington Samuel, Editorial Paidós, Madrid. 2016.
5 – FUNDAMENTOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL. Carlos Santiago Nino, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1 edición, 1992
6 – EL CONTROL CONSTITUCIONAL DEL PODER POLÍTICO. Gutiérrez De la Cruz Cristhian Hugo, Editorial Iusticia, Lima, Primera Edición, 2020.
Foto Créditos: Benoit Molin. El beso rendido. Judas y Satanás (1810)
AUTHOR: CRISTHIAN HUGO GUTIÉRREZ DE LA CRUZ (Bachiller en ciencia política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima -Perú), Licenciado en ciencia política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), Maestro en gestión de políticas públicas por la Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima – Perú), Candidato a doctor en filosofía en la especialidad de filosofía política – ética por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima – Perú), Especialista en derechos humanos y políticas públicas)