Melanie Agrinzones

    Las políticas públicas suponen una respuesta a una o varias necesidades en las sociedades; suponen una respuesta a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, a promover el desarrollo del país y atacar problemáticas sociales, económicas, etc.

    Melanie Agrinzones
    Melanie Agrinzones

    Las políticas públicas son frutos de la gobernanza, entendiendo a ésta como una interacción entre lo público y distintos sectores como el privado y actores de la sociedad. En la gobernanza se interrelacionan visiones que suponen acuerdos para emplear políticas públicas adecuadas. La gobernanza genera gobernabilidad; es decir, la capacidad del gobierno para dirigir una sociedad, por lo tanto si no existe un proceso que tome en cuenta los distintos actores muy difícilmente pueda el gobierno responder a las necesidades de un grupo importante de la ciudadanía y por ende esa capacidad de gobernabilidad puede ponerse en duda.

    Por esta razón la democracia, el cual es el sistema que permite la toma de decisiones mediante la participación de la ciudadanía y la construcción de instituciones libres, tiene una gran relación con la gobernabilidad y gobernanza. Todos estos conceptos se conectan: mediante el sistema democrático real los procesos para generar gobernanza son más efectivos a la hora de responder necesidades y por ende puede suponer una mejor capacidad de gobernabilidad. 

    Históricamente las políticas públicas han sido excluyentes con relación a un sector -importante- de la población: las mujeres. La toma de decisiones, espacio de donde también hemos estado excluidas, se basa en una cantidad de prejuicios patriarcales conservadores que han dado como consecuencia imposiciones sobre los cuerpos y la vida de las mujeres. Los hombres han decidido por nosotras toda la historia, por ende las políticas públicas carecen de perspectiva de género.

    Puedo decir entonces que al no existir voces diversas en los actores que intervienen la construcción de políticas, y que los moralismos se imponen sobre los cuerpos feminizados (principalmente en Latinoamérica) la gobernanza, y por ende la gobernabilidad, en muchos países no es efectiva para todas las personas ya que deja en la periferia una cantidad de problemáticas que afecta de manera diferenciada a la mitad de la población.

    Cuando no existe perspectiva de género en la gobernanza da como resultado una gran cantidad de injusticias que perjudica a las mujeres y se acentúa cuando son mujeres que les interseccionan otras formas de discriminación (raza, territorio, orientación sexual, clase social, etc.). La justicia se vuelve un privilegio puesto que no existen políticas orientadas a disminuir brechas, a problematizar la situación de la diversidad de mujeres para tomar medidas necesarias, a sensibilizar a las entidades públicas y población en general en el tema, entre otras cosas. 

    Consecuentemente, la capacidad de gobierno (gobernabilidad) se basa en la construcción de un Estado -patriarcal- que hace caso omiso de los feminicidios, la feminización de la pobreza, la doble jornada laboral de las mujeres, la brecha salarial, las muertes por abortos clandestino, las violaciones y abusos sexuales, etc.

    Algunos ejemplos son: en Argentina se amparó a un violador llamando «desahogo sexual» a un caso de violación, en El Salvador encarcelan mujeres por abortar de manera espontánea hasta por 30 años, en Venezuela no existen cifras oficiales de femicidios, la CIDH advierte que en Latinoamérica las mujeres transgénero mueren antes de los 35 años y muchas de ellas se ven obligadas a recurrir a la prostitución, para el 2018 en Brasil 180 mujeres eran violadas al día, de acuerdo con la investigación “Violencia contra las mujeres: pandemia invisible” en los países de habla hispana y Brasil han ocurrido 2403 feminicidios solo en días de confinamiento. Todo esto refleja la falta de políticas públicas con perspectiva de género y cuestiona la gobernabilidad de los gobiernos latinoamericanos.

    Asimismo, las democracias han tenido una deuda histórica con las mujeres, la representatividad dentro de los espacios de poder y toma de decisiones es mínima o nula, y aunque se trate de justificar bajo la narrativa de la supuesta meritocracia, pero la realidad señala que la ausencia de mujeres es consecuencia de las estructuras dentro de estos espacios; el poder, los liderazgos y los gobiernos tienen caras masculinas, están teorizados y pensado desde los hombres y para los hombres.

    Una manera sencilla de entender la política patriarcal es mirando las estructuras de los partidos políticos. Allí se minimiza el trabajo de las mujeres o se les coloca en espacio relacionados -por cuestiones sexistas- a ‘temas de mujeres’. En efecto, las mujeres políticas se enfrentan a obstáculos diferenciados, no por sus capacidades, sino por el machismo internalizado e institucionalizado. Ahora, ¿cómo afecta esto a la gobernanza, a la gobernabilidad y a la propia democracia? pues, mientras no existan liderazgos femeninos tomando decisiones la visión de género en las políticas públicas es casi imposible, las problemáticas de las mujeres no serán debidamente tratadas en el debate público y terceros seguirán tutelando la vida y cuerpos de las mujeres. 

    Es necesario también tener en cuenta la interseccionalidad para lograr profundizar aún más en este cuestionamiento. Por ejemplo, si las mujeres enfrentan muchas barreras con respecto a los hombres para lograr consolidarse espacios de poder, y cuando llegan son objeto de prejuicios y violencia política por razones de género, el obstáculo de mujeres indígenas, racializadas, de clase baja, de territorios dispersos es aún mayor. 

    Concretamente en Venezuela hay lecturas de la problemática democrática que no son visibilizadas o profundamente estudiadas y que se pierden en los análisis generalizados. En un país colapsado como el nuestro, sumergido en una Emergencia Humanitaria Compleja (EHC), las mujeres son un grupo vulnerado y que ha sido muy poco tomado en cuenta. Por un lado el régimen instrumentaliza a las mujeres y las usa como parte de sus discursos, además el chavismo ha maternalizado el papel de la mujer en Venezuela perpetuando el sexismo, la pobreza y las violencias.

    Igualmente, aunque la Asamblea Nacional creó una subcomisión de la mujer, desde las voces de los líderes políticos muy poco se ha escuchado del tema, e incluso en los foros para la discusión de una posible transición hacia la democracia las mujeres no tienen presencia alguna. Mientras no existan cuestionamientos a las estructuras centrales el cambio con respecto a las mujeres  

    Claramente en un país realmente democrático y libre las desigualdades son menores, pero mientras la perspectiva machista y conservadora continúe y los gobiernos no atiendan los obstáculos políticos y económicos de las mujeres y su diversidad, Latinoamérica seguirá siendo un continente empobrecido con democracias muy frágiles. Replantear la democracia con lentes de diversidad y pluralidad dará como resultado sociedades más justas pero para ello hay que hacer una gran crítica a la manera en que se han estructurado los gobiernos y el poder mismo. 

    Autora: Melanie Agrinzones (Licenziada en Estudios Internacionales en la Universidad Santa Maria; Activista feminista; Cofundadura de Uquira, grupo feminista Venezolano) 

    (Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de World Geostrategic Insights)

    Foto: Reuters

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