Maria Gabriela Angel Viveros
¿Alguna vez se ha preguntado si su status como ´ciudadano´ puede desaparecer? bueno, en primer lugar, me imagino que pensarán en las garantías y lineamientos jurídicos respectivos a cada país y se responderán un anticipado ´no´, pensando en que, si nacieron en dicho país, siempre serán ciudadanos de ese país. Pero, ¿ha contemplado la posibilidad de ser ciudadano ante la ley pero que en la práctica su membresía haya expirado?
¿Membresía? si, membresía. Esa llamada condición de ser miembro -valga la redundancia- o integrante de una agrupación u organización (RAE, 2020); donde muchas veces se entiende que un grupo específico de individuos comparten determinados privilegios y derechos, los cuales no están disponibles para quienes se encuentran afuera del conjunto en cuestión. Hoy día es más que evidente la excesiva e increíble capacidad de digitalizar y ´virtualizar´ todo tipo de servicios. Uno de los más aclamados logros, junto con el creciente avance en la recolección de datos y el famoso ´big data´; son los servicios de streaming, tanto así que hasta Hollywood ha sentido una fuerte amenaza por estos servicios que cambian completamente el mercado del cine y el entretenimiento.
Estos servicios que las grandes plataformas como -principalmente- ´Netflix´, ´PrimeVideo´ y muchos más han venido desarrollando, básicamente plantean la misma metodología a la hora de ser parte de, a la hora de convertirse en un cliente; y es el concepto de ´membresía´. Aunque esta suscripción evidentemente conlleva un costo mensual o anual, se entiende que el modelo se enmarca bajo la exclusividad de aquellos que son miembros y pueden disfrutar de estos servicios de entretenimiento.
Ahora, claramente el acceso a estos llamados servicios de streaming no constituye ni se puede clasificar como un derecho fundamental, mínimo vital y/o bien público inherente a la condición del ser humano, en el caso de un derecho, ni tampoco inherente a la condición de ciudadano, en términos del acceso a los bienes públicos. Pero, así como la membresía o suscripción a los distintos planes que ofrecen estas plataformas abre automáticamente la puerta a un portal mágico con un sin fin de opciones para escoger, el concepto de ´ciudadanía´ desde el punto de vista jurídico y normativo también abre este portal mágico dentro de la cotidianidad de las ciudades de manera indiscriminada para todos los que allí habitan. Pero de nuevo, ¿es posible que la membresía haya expirado?
Precisamente es aquí donde la discusión respecto al status de ´ciudadano´ se torna bastante interesante, y es que, así como la membresía en ´Netflix´ o ´PrimeVideo´ puede expirar -por falta de pago porque la tarjeta no tiene fondos-, la condición/derecho o calidad de ´ciudadano´ también puede tener su fecha de expiración, o peor, puede que esa membresía jamás haya existido. Aun en medio de los grandes alcances de la globalización y toda la idealización en cuanto a un mundo totalmente interconectado, la realidad en distintas comunidades dentro de múltiples ciudades alrededor del mundo ha demostrado cómo la imagen del ciudadano se ve cada vez más difusa y cómo el concepto de nacionalidad se pierde en los discursos de unión y demás actos simbólicos.
Ahora bien, si hasta el momento la respuesta a la pregunta inicial sigue siendo ´no´, vale la pena hacer énfasis en la problemática social que influye significativamente en su respuesta, y es la desigualdad. Esta realidad social ha distorsionado completamente la materialización de la membresía que cada ´ciudadano´ supone poseer por el simple hecho de nacer en un territorio determinado, esto entendido desde el momento en que el concepto de Estado-Nación empezó a cobrar sentido en el naciente sistema internacional posterior a la Paz de Westfalia en 1648.
Cuando hablo de materialización pretendo hacer alusión a la diferenciación que establecen Holston & Appadurai, en términos de quienes están suscritos a una membresía formal reflejada en la condición de ciudadanía sustantiva y quienes, aun estando acobijados por la misma membresía, están “excluidos de hecho o de derecho de disfrutar los derechos de ciudadanía y participar efectivamente en su organización.” (Holston & Appadurai, 1996)
No pretendo, con lo anterior, exaltar el discurso de la lucha de las clases sociales ni de la revolución de los proletariados –si se quiere analizar desde la perspectiva marxista-, sino más bien, mi intención de fondo es presentar las dos realidades que este concepto de ´ciudadanía´ evoca en la realidad, porque aun siendo contemplado bajo la ley como esa condición primordial, bajo el contexto del famoso contrato social y demás expresiones del Estado-nación, no ha logrado en la práctica separase de la exclusividad y tal como los usuarios de las plataformas de streaming; solo ellos pueden ver la última temporada de ´Dark´.
De nuevo, la analogía presentada no intenta concluir que la membresía a estos portales de entretenimiento representa exactamente lo mismo que los derechos y garantías que se supone conlleva la ´ciudadanía´, sin embargo, para efectos de esa figura literaria, para aquellas personas que no pueden adquirir la membresía de estas plataformas, me imagino eventualmente tendrán curiosidad acerca de las exitosas producciones que se toman las redes sociales durante cualquier estreno o final de temporada. Algo así se genera en la sociedad cuando el acceso a los bienes tanto públicos como privados, no se da por igual. Y es que en este punto se puede hablar desde la falta de acceso a los servicios públicos como la falta de acceso a una educación de calidad hasta la tan preciada garantía de la seguridad a lo largo del territorio.
En este sentido, es válido contemplar que pueden existir altas motivaciones de frustración social a raíz del notorio fenómeno de la desigualdad social. Tal y como lo explica Capel al afirmar que “…especialmente cuando se paralizan los procesos de ascenso social y la población siente que disminuyen sus expectativas. Lo que, a su vez, puede generar conflictos, que no han dejado de presentarse en las mismas metrópolis más dinámicas de los países desarrollados” (Capel, 1997).
Claramente la misma lógica del mercado desde el auge del capitalismo, y aun antes de esta etiqueta, ha sido clave para comprender la organización actual socioeconómica de la gran mayoría de países que operan bajo este sistema, pero hay un factor más que influye bastante en la baja materialización de la ´ciudadanía´, y es la migración. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de oleadas migratorias implican, en primera instancia, un choque cultural y económico, también es importante resaltar las implicaciones que estos fenómenos tienen para los tomadores de decisiones y formuladores de políticas públicas.
Tal y como lo plantean Holston & Appadurai, “…a medida que los movimientos sociales de los marginados urbanos crean reclamos sin precedentes sobre y para la ciudad, expanden la ciudadanía a nuevas bases sociales. Al hacerlo, crean nuevas fuentes de derechos de ciudadanía y las formas correspondientes de autogobierno.” (Holston & Appadurai, 1996). En este sentido, las diferentes ciudades dentro de su cotidianidad y tránsito de personas, son el escenario bajo el cual la materialización de la llamada ´ciudadanía´ puede sobrepasar las barreras de las notorias desigualdades sociales y económicas con el impulso de diversos movimientos sociales que conllevan a replantear la gobernabilidad a nivel local y muy posiblemente generan que la membresía sea renovada, en el caso de unos, y en el caso de otros puede que por primera vez puedan adentrarse en el mundo de las plataformas de streaming devorándose todas las temporadas de ´Dark´ en un fin de semana.
Autora: Maria Gabriela Angel Viveros (Asesora Relaciones Internacionales y Cooperación, Estudiante en Universidad del Rosario, Bogota,D.C., Capital District, Colombia)
(Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de World Geostrategic Insights)