Luis Felipe Martínez Heredia
En el año 1791, Alexander Hamilton, quien fuera alguna vez el primer secretario del Tesoro de los Estados Unidos, presentó ante el congreso un informe acerca de la industria manufacturera.
En dicho informe, Hamilton exponía, entre otras cosas, que distintas políticas comerciales de carácter proteccionista tales como los aranceles o la prohibición de bienes procedentes del extranjero, tendrían un efecto positivo en la producción de manufacturas a nivel nacional que apoyarían y garantizarían la independencia de los Estados Unidos en aquellos años.
A pesar de que el informe fue rechazado en su momento, pareciera que la influencia de las ideas derivadas del documento hoy siguen más vigentes que nunca, no sólo en la manufactura, sino también en la tecnología.
Actualmente, y 231 años después desde la presentación del informe, el mundo ha cambiado: la tecnología ha desbancado del pódium económico a los metales preciosos, y seguramente, hará lo mismo con los hidrocarburos. Aunque los cambios son ineludibles, las formas clásicas a través de las cuales se protegen las industrias nacionales han permanecido invariantes, como lo demuestra las acciones de política comercial que inciden enormemente en la industria tecnológica, en particular, la industria referente al mercado de los circuitos integrados hechos a partir de semiconductores.
Con los recientes desarrollos en redes, tales como las redes móviles de quinta generación (5G), o los avances en materia de inteligencia artificial, se necesitan y se necesitarán elementos que permitan una mayor eficiencia y velocidad en la transferencia de datos, y eso, precisamente se consigue por medio de chips de circuitos integrados hechos a partir de semiconductores.
El país que quiera estar en los primeros puestos del escalafón de crecimiento económico y poder geopolítico, sin lugar a duda, deberá reconocer la importancia de la tecnología no solo en la economía actual, sino también en la seguridad nacional, pues mayores avances científicos en los circuitos integrados y/o chips implican un mejoramiento más que sustancial en la tecnología armamentista y militar, que le permitirá a los países tener una mayor probabilidad de ganar conflictos de distinta índole, con lo cual, el poder de negociación en la órbita internacional va estar determinado por el nivel tecnológico de cada país.
Dicho lo anterior, la república popular China, con su política “Hecho en China 2025” busca la autosuficiencia y el liderazgo bajo un contexto tecnológico. Así pues, hay una amenaza latente por parte de China a los Estados Unidos: el gigante asiático puede dejar a los norteamericanos en un segundo plano de poder económico y político. En este sentido, la diplomacia internacional cobra una relevancia indiscutible, pues, como ocurrió en los años ochenta con la guerra fría entre Washington y Moscú, cada país, o en su defecto, cada mandatario deberá tomar una decisión acerca a quién le debe brindar apoyo en esta nueva guerra fría, donde las armas mas importantes no son los fusiles, son las políticas comerciales y diplomacia internacional que pueden permitir un avance o un retroceso tecnológico.
En consecuencia, el panorama geopolítico será difícil e interesante. Por ejemplo, Boris Johnson, con un alto porcentaje de certeza, prohibirá progresivamente a la red 5G de Huawei en Reino Unido, en detrimento de los intereses de Pekín y en beneficio de los de Washington.
Esta nueva guerra tecnológica muestra que, después de muchos años, las ideas proteccionistas de Hamilton han resurgido con vehemencia en la industria tecnológica. Tanto China como Estados Unidos están dispuestos proteger sus economías digitales, donde cobra relevancia qué países los apoyarán o abandonarán. La conducta diplomática los jefes de Estado y las políticas comerciales marcarán el futuro geopolítico, pero sin lugar a duda, tal como sucedió hace mas de 200 años, es altamente probable que veamos el resurgimiento del proteccionismo en detrimento de la globalización en esta nueva guerra tecnológica.
Autor: Luis Felipe Martínez Heredia (Practicante económico de regulación. Millicon Tigo. Bogotá D.C., Colombia)
(Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de World Geostrategic Insights)